15 de septiembre de 2010

Palabras Mágicas

Anécdotas de una Mentirosa y su Perro (fragmento)

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Me gusta trabajar con Sólo Carol. Me enseña lo que tengo que hacer, pero no se comporta como una sabelotodo. Se comporta como si fuéramos un equipo, como si yo fuera realmente una persona, no una niña. Mamá nunca es así. Siempre es la que manda. Su trabajo consiste en descubrir cada uno de mis errores, y según ella, son millones. Hago mal las cosas incluso antes de hacerlas. Hay una razón por la que no hago las cosas bien, y es que me parezco a mi tía. Y por lo que quiere mi madre a mi tía, parecerme a ella es como decir que parezco una espinilla enorme. Pero está equivocada. Yo no soy fea, es sólo que no encajo en la misma cajita estupenda en la que están ella, Su Alteza Elizabeth y Kate. Soy alta y morena. Tengo los ojos marrones y el pelo grueso, tan grueso que no hay manera de ponerme uno de esos clips y gomas que llevan Kate y Su Alteza Elizabeth. Otra cosa que fastidia a mamá es que tengo un bulto en la nariz. Creo que lo cortaría de raíz si le fuera posible. Su Alteza Elizabeth y Kate tienen ambas unas naricillas pecosas "del tamaño de un capullo de rosa" dice mi padre.


A veces mamá compra vestidos para las cuatro para que vayamos de conjunto. Siempre son con mangas príncipe, faja y estampados de flores. A mí no me gustan. A mí me gustan mis pantalones cortos de franela, o mis pantalones de cuadros marrones, o mi sudadera naranja con todas esas cremalleras.


Cuando era pequeña, mi madre me vestía con la ropa vieja de Su Alteza Elizabeth. Pero ahora que soy más alta que ella ya no puede hacerlo. Eso es genial, porque prefiero beber pipí que llevar la ropa de Su Alteza Elizabeth. Mi padre dice que Su Alteza y yo tenemos un "rivalidad entre hermanas" normal y que como sólo nos llevamos un año de diferencia hay problemas. Pero no es así. Aunque nos lleváramos diez seguiría odiando a Su Alteza Elizabeth. La única manera de llevarnos bien sería que ella hubiera muerto antes de que yo naciera. Y aún así, no querría llevar su ropa.


Elizabeth nunca intenta ser amable pero, a veces, mi supuesta madre sí. Sólo que no lo consigue. Si ve mala hierba en el césped, aunque lleve puesto su mejor vestido negro, no puede evitar abalanzarse sobre ella y arrancarla de cuajo. Y no importa lo que yo haga, siempre seré mala hierba para ella. Toda yo soy un error. Pongo los cubiertos antes que el mantel. Guardo los calcetines en el cajón de los pantalones. Lavo los platos sentada. Como en la bañera. Leo en el suelo. Me escribo notas en la mano y a veces en la pierna. "La gente no hace cosas así", me dice sacudiendo la cabeza, como si fuera la guardiana de la manera correcta de hacer las cosas. 


Es raro estar inundando la jaula del león sin que nadie me diga que lo estoy haciendo mal. Espero oír las palabras mágicas. Tengo la espalda tensa esperando recibirlas, pero los ruidos de Sólo Carol son alentadores.


-¡Eh, bien hecho, Ant! Así muy bien. Creo que ya está, cariño- dice. De repente me entran ganas de llorar.


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