18 de mayo de 2014

Yo te recuerdo

La luna es cómplice y conspiradora, empalidece en su edad de oro y lanza un hálito cálido para revivir lo que yace muerto. La doncella danza y te muestra sus pasos, una y otra vez, incansable: este pie aquí, esta mano allá, la cadera hacia este lado, la cabeza de esta forma. Recuerdas tu cuerpo e intentas imitarla, pero tus huesos chirrían y tu mortalidad cae como pesado testigo de las penas de tu corazón. Quitas el polvo que es tu sangre y la enciendes como pólvora: la doncella queda pasmada y grita. Eres un ardiente monolito de lo que no es y bailas dolorosamente, bailas para volver a la vida, con tus huesos tronando y tus músculos retumbando. Bailas inmerso en fuego para doblegarte a lo que fuiste y recordar lo que eres. Transmutas tu silencio en el agua para bañar a la doncella con luz, aquella luz que tus ojos mostraron por primera y última vez en la insondable oscuridad de tu dolor, aquella luz que la luna te obsequia, que es tuya, que ella conspira para que recuerdes, que ella es cómplice para que te confunda. Tus huesos brillan. Has renacido en una sonrisa eterna. Has dejado de ser para reinventarte y existir, para convertirte en la noche que cobija mis sueños de viajes astrales y lienzos de vidas pasadas.

Yo te recuerdo. Tan bello.





Sí, es para vos. Feliz nacimiento.

17 de mayo de 2014

Yo veo

Tan oscuros tus ojos que están llenos de luz.
Los velos danzan y la llama parpadea.
Has dejado que los miedos bailen en tus pestañas,
las sombras no tienen restricciones y cantas.
Cantas tu olvido y lloras la incertidumbre.
pero yo sigo viendo luz en tu insondable oscuridad.