4 de septiembre de 2010

Hoy te liberé

Siempre me vi las manos manchadas
y a mi corazón reposando en ellas.
Me perdía en su latir a veces acompasado
a veces arrítmico
como funcionando mal.
Sentía mis labios y degustaba un sabor amargo
que en lo profundo me llenaba de dulzura.
Mientras las memorias me envolvían
con un velo de ensoñación
el regocijo regresaba una vez más.

Siempre me veía cautiva en mi misma.
Pero un día te vi a ti.
Una mirada.
Me golpeaste con su intensidad.
Me conmoviste con tu odio.
Toqué mi corazón y lo sentí de piedra.

De pronto volvieron a mí memorias que no me pertenecían.
Sonrisas robadas que no eran reales.
Una caricia frustrada que se perdía en la lejanía.
Las ansias de escuchar una voz que nunca sonó.
De leer unas palabras que nunca llegaron.

Mientras nos mirábamos y las ilusiones regresaban.
Envolvían nuestras sonrisas las falsas convicciones.
Pero la bruma se disipó.
Y no nos reconocimos.
Nos odiamos.
Nos perdimos mutuamente y asesinamos los recuerdos.

Hoy te vi
y me di cuenta de que nunca antes te había visto.
Hoy me mostraste tu corazón cautivo
que tanto tiempo retorcí entre mis manos
mientras la sangre brotaba
y dejaba una mancha perenne.
Hoy me mostraste tu resentimiento.
Hoy me mostraste la manera en que te maté.

Hoy nos perdimos en un recuerdo que nunca existió.


Hoy te liberé.
Aunque nunca vuelvas a leerme.
Aunque nunca puedas verme realmente.

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